Sensibilizar con sonidos del corazón para prevenir las violencias hacia niñas y niños

* Destacado por la Alcaldía de Cali

Luis Enrique Vargas, de 46 años de edad, miembro de la agrupación musical Lumajo de la Comisión Vallecaucana por la Educación, es el encargado de llevar a los territorios los talleres Sonidos del Corazón, en el marco de la campaña Contá Conmigo para la sensibilización y prevención de la violencia.

En estos lugares, a través del canto y sonidos de percusión dejan un mensaje claro de sensibilización y prevención de las violencias hacia las niñas y niños. “Quiero que cuentes conmigo, quiero darte mi calor, crece, crece, crece a mi lado, ven y cuenta hoy conmigo”, se escucha en un fragmento de la canción que el vocalista y percusionista entona.

En cada taller, la presentación inicia tras la señal de Luis Enrique; de inmediato sus hijos Matías, de 9 años de edad y José Daniel, de 17, le acompañan con el golpe de palos de escoba en vez de baquetas y con baldes de pintura como tambores. “También le prestamos al público algunos instrumentos de percusión tradicionales como el güiro, la campana y el bongó“, señaló Matías Vargas.

De esta manera, niñas y niños de diferentes sectores y corregimientos, con sus familias, han podido vivenciar y hacer parte de una manifestación musical comunitaria que alegra el corazón y que es producida por materiales reciclados. “Me gustó mucho la música“, expresó una de las niñas del Instituto para Niñas y Niños Ciegos y Sordos, quien participó del taller.

Daniela Valencia, integrante del Equipo de Movilización Social, de la Subsecretaría de la Primera Infancia, señaló: “los talleres son parte de las acciones de sensibilización sobre violencias, de la campaña que fue pensada desde las organizaciones que participan de la Mesa Distrital de Primera Infancia, la cual es liderada por la Secretaría de Bienestar Social“.

El artista agregó, que la música funciona para prevenir las violencias, porque tiene una gran relación con la alegría, el baile, el disfrute y también con la dispersión de los pensamientos. “Podemos dispersarnos, podemos alegrarnos y, en ese ambiente, naturalmente no hay violencia, cada que hay un juego, aunque haya accidentes y choques, no son choques que tengan carga de violencia, son juegos que nos traen alegría y nos dan paz”, indicó.

“Con amor y cuidado, voy creciendo a tu lado”, cantan las niñas y niños del Instituto para Niños Ciegos y Sordos, tras la invitación del vocalista. De fondo, los participantes acompañan con sonidos, también producidos por palos, tarros y sus palmas, a lo que el maestro musical llama percusión corporal desde el espíritu o percusión desde el corazón. “Nosotros entendemos la música como algo espiritual y eso es lo que transmitimos; cuando tú le pones a un niño un bongó, un tambor o una olla, él no necesita que le digas cómo tocarlo, él simplemente por naturaleza humana empieza a golpearlo con sus manos”, indicó.

Resaltó la práctica antigua donde madres y abuelas llevaban a sus hijos hasta la cocina y les pasaban cucharas y ollas para entretenerlos mientras realizaban sus labores cotidianas. “En mi caso me pasaban cucharas y hacíamos ruidos y ese ruido, si le pones ritmo ya es música; la música es una melodía y también tiene algo de vibraciones que se generan al golpear con sus manos”, explicó el tallerista.

El profesor hizo énfasis en que la práctica musical ayuda al desarrollo cognitivo, auditivo y fortalece la motricidad. “La música es algo que viene en nosotros que somos espíritu; en el ser hay un sonido y en el cuerpo hay un sonido que es el del corazón; desde las primeras cuatro semanas en el corazón funciona y también el canto empieza en los primeros años de vida de un niño”.

Luis Enrique Vargas aseguró que “la música es lo último que se olvida y lo que mantiene los recuerdos vivos”, concluyó.

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